NEUROCIENCIA EN EL AULA

En las últimas décadas ha habido en el campo educativo muchos esfuerzos por actualizar las estrategias y métodos de enseñanza. En uno de estos esfuerzos, los educadores encontraron que los nuevos descubrimientos de la neurociencia pueden ser útiles y aplicables a un mejor aprendizaje. Con ese propósito, los hallazgos sobre el cerebro fueron interpretados y adaptados para la aplicación en el aula de clases. Con esta reunión de dos campos, que siempre se mantuvieron separados, muchos educadores y científicos están satisfechos de la nueva metodología que se ha desarrollado. Sin embargo, existe también expertos que afirman que la implementación de los recientes descubrimientos sobre el cerebro pueden ser perjudiciales para la educación por tratarse de una prematura interpretación de los resultados.
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Según Ashish Ranpura (1999), de la Universidad de Yale, los estudios realizados en neurociencia han ayudado a que se comprenda más sobre el funcionamiento del cerebro en aspectos básicos como la vista y el lenguaje; pero sobre funciones más complejas como la inteligencia o la creatividad, las investigaciones siguen siendo insuficientes. Por el mismo motivo cree que los problemas de los profesores no pueden solucionarse según los descubrimientos del cerebro. Sin embargo, al contrario de este postulado, la nueva corriente educativa se ha esforzado por que la educación sea basada en el cerebro.
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En una clase, de cualquier materia, el profesor está interviniendo en los cerebros de sus estudiantes (15 o más a la vez). Tomando en cuenta la responsabilidad que esto implica, el profesor debería estar al tanto del funcionamiento del cerebro y enterarse de los nuevos descubrimientos e investigaciones que se realizasen. En este sentido, la intervención de la neurociencia en la educación sería, no solo coincidencial y esporádica, sino obligatoria y necesaria. Pero también hay que tener en cuenta que el cerebro se maneja distinto en un laboratorio y en un aula, y que cada persona procesa la información de distinta manera (esta última afirmación es también, por ejemplo, un aporte de la investigación de neurociencia a la educación). No es sensato aplicar sin restricciones la nueva información, es mejor “tomarla con pinzas”.
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La aplicación de la neurociencia en el aula debería ser mucho más analizada y estudiada.
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Los descubrimientos sobre el cerebro en el ámbito científico se debe re-investigar y considerar la mejor aplicación de la nueva información para la educación. Comúnmente se dice que un mal profesor puede herir a 200 cerebros a la vez, mientras que un mal cirujano hiere solo a uno. La neurociencia puede descubrir y hacer avances en el campo científico, una mala aplicación de este descubrimiento en la educación puede ser equivalente a millones de profesores con innumerables alumnos alrededor del mundo. Hay que ser mucho más precavidos.
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A pesar de esos puntos, no se puede decir que toda la aplicación de neurociencia es mala, simplemente que hay que ser más cuidados. La neurociencia en la educación puede ser de mucha ayuda para gente con problemas clínicamente definidos. Ranpura (1999) apoya la idea de que la neurociencia se aplique en estas áreas referentes a problemas de aprendizaje, pero enfatiza en que debe ser de manera individual y no a la educación en general. Sin embargo, los educadores insisten y han tomado otro aspecto de este hecho: “la neurociencia puede proveer estrategias útiles: en vez de realizar un plan de unidad directamente de la investigación de neurociencia, los profesores deberían ver a la ciencia del cerebro como el punto de partida para pensar de una manera innovadora sobre el aula de clases” (Ranpura, 1999, p. 4, traducido por la autora).
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Al fin del artículo, Ranpura no niega que la neurociencia pueda dar luces para resolver problemas educativos, pero sí pone énfasis en que es necesario que existan métodos de evaluación de la nueva investigación y su potencial relación con la educación. Se espera que entre estas dos áreas de estudio siga existiendo “un diálogo continuo que promueva el análisis crítico y la inspiración innovadora” (Ranpura, 1999, p.5, traducido por la autora).
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Este es un artículo que plantea un tema ético, que nos cuestiona si verdaderamente estamos haciendo un bien al aplicar lo que conocemos del cerebro (no sabemos si es poco o mucho) o realmente estamos causando un daño mayor. No se puede decir que se debe obviar y quitar de la educación todas las teoría basadas en el cerebro. Tampoco se puede afirmar que todo lo que se sepa sobre el cerebro se lo deba aplicar indiscutiblemente. Se necesita evaluar, tal como dice Ranpura, y tener una perspectiva realista de la aplicación con sus beneficios y desventajas de las nuevas teorías. Lo que se debe evitar es la manipulación de la información de neurociencia y su uso indebido en el aula de clases. Esta responsabilidad recae en quienes promueven y comunican estas teorías innovadoras para la educación. También es importante el punto de que cierta información de neurociencia puede ser bien utilizada en su aplicación individual para resolver complicaciones personales de cada estudiante, mientras que otra sea más conveniente aplicarla como una estrategia general de clases.
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Fuente:
Ranpura, A. (Noviembre 1999) “Education and Neurocience: bringing the gap” (En línea). Brain Connection. Recuperado el 7 de marzo de 2006 en http://www.brainconnection.com/topics/?main=fa/education-neuroscience

En nuestro país ya se ha empezado a trabajar mediante estas técnicas, a nivel universitario como a nivel de escuela básica, prueba de ello es el gran trabajo realizado por la Dra. L.I. Luzardo de Zschaeck “El arte de enseñar con CLASe… Tiempo para Guillehttp://www.siaprendo.com/.

2 comentarios :

Anónimo dijo...

El análisis y los argumentos son pobres y superficiales de lo leído.

manuell.rojas

Anónimo dijo...

CUAL ES LA INCIDENCIA DE LA NEUROCIENCIA EN LA PEDAGOGIA CONTEMPORANEA ???